sábado, 1 de enero de 2011

El Danubio azul, azul, azul...

Mientras los vieneses bailan valses, el resto de europeos finalizan su noche de borrachera y duermen su resaca los más prudentes, yo, Adu, comienzo mi tercer blog.
Dará continuidad al hábito de escribir que se ha convertido en una auténtica necesidad, tal como agua para el sediento que busca sobrevivir y encuentra en ella, además, el principal motivo de su existencia.

Han sonado una año más en la tele los valses, única pieza de baile -según palabras de Teresa Carvajal, profesora de Música- en que el ritmo es múltiplo de tres: uuun dos-tres, uuun dos-tres, uuun dos-tres... y no he podido ni querido evitar gotitas en mis lacrimales al recordar aquellos tiempos, tan duros y tan tan hermosos a la vez.
Las bailarinas del mal llamado "Ballet Clásico" que es en realidad "Ballet Romántico", han de ser escuálidas, pues esos vestidos tan vaporosos y los tutús de tul engordan tanto el cuerpo que solo maniquíes pueden llevarlos sin distorsionar la estética tan pura del ballet puro francés. Otra cosa es el baile español, más adaptado a la figura femenina de anchas caderas peninsular. Y otra también, la "Escuela Bolera" a la que ya he aludido alguna vez, en la que el ballet francés barroco se transforma y nacionaliza dando lugar a esa cosa realmente hermosa y poco conocida.
A mí el Ballet me enseñó, entre otras cosas, disciplina (creo que también lo he escrito ya).

Creo que además de empezar a chochear, por repetitiva y nostálgica, empiezo a resultar aburrida. Y eso sí que no: riendo hasta la muerte.

SIGO EL DOMINGO 3 DE ENERO:

No es posible en Ballet Romántico un cabello fuera de su sitio, una arruga en el maillot, un paso a destiempo. Todo debe ser perfecto. Solo comparable a los desfiles militares, pero con mucha más gracia, con dulzura, con la sonrisa, con mucho más arte. El Baile es un Arte; los desfiles no. (Siempre bajo mi punto de vista, que para eso es mi diario y expreso lo que quiero y como quiero en él).

Le encuentro al recién descubierto Tai-Chi ciertas similitudes con mis clases de Baile de niña: el ritmo, la suavidad, la complejidad no aparente. Me encanta.

Cerró el Concierto de Año-nuevo de la 1 con El Danubio Azul, representante más popular de los valses. Desde hace unos años, contaron, lo representan bailado en directo, con los bailarines danzando por las salas del teatro. Fue Lucía Lacarra (o Lakarra) la bailarina española que inauguró esta novedad y lo recuerdo, recuerdo mi descubrimiento de este par de bailarines vascos, pareja en el Ballet y en lo sentimental. Voy a ver qué encuentro por Internet.

http://www.danza.es/biografias/biografia.2005-11-15.9998540181
http://www.casadeladanza.com/revista/revista_num_11.pdf

No encuentro referencias a su pareja. Sí a su biografía como Lucía Lacarra, vasca de origen pero otra niña más torneada de la cantera de Víctor Ullate. Bárbaros ambos.

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