domingo, 19 de junio de 2011

Mar y Delfín

O Delfín y Mar, tanto monta.
Mar y Delfín habían leído juntos el relato "La ola" de Octavio Paz y ambos se quedaron muy impresionados. Pensaron que tal vez pudiera ser el presagio de su propia historia.
Mar suele jugar a bañar a su Delfín y él, juguetón tanto o más que ella, se deja gustoso. Salta sobre las olas, se desliza sobre ellas cuando son suaves; se revuelca de alegría cuando vienen grandes. A ella le gusta el ritmo de Delfín, lo percibe acompasado, elegante. A él le encanta ese olor marino, inconfundible, y también la brisa y el frescor.
Forman una buena pareja, al menos eso parece.
A veces, Mar se encrespa y le pega una sacudida a Delfín que lo deja panza arriba, indefenso. Otras, es Delfín quien la hiere, cuando navega indiferente a su través.
Hasta que un día Delfín muere de muerte natural o de tedio. Mar se queda agotada, inmóvil, no produce ni una ola.
Fue una hermosa historia mientras duró... solo que ni pertenece a la Historia, ni tuvo duración alguna. Es tanta ficción como realidad: la vida misma.

PRIMER RELATO DE LA SERIE "HISTORIAS MARINAS".

sábado, 18 de junio de 2011

Con Hacienda hemos topado

Acabé, al fin, mi declaración de la renta y conseguí imprimirla. Toda una aventura porque cuando no falta A, falta B, y así todo el abecedario. Yo hoy feliz
a) porque la terminé y
b) porque me sale a devolver.
Cuando me sale a devolver SIEMPRE me hacen "la paralela" y voy allí en plan sumiso y digo que sí a todo (una vez dije NO, pero resultó muy caro y no vuelvo a repetir). La más divertida fue aquella vez que al funcionario de turno le llevé todas mis facturas en una bolsa de papel, desordenadas.
- Se me estropeó el ordenador y no pude recuperar mi contabilidad que llevo en una hoja de cálculo.
El chico hizo como que se lo creía, se quedó con la bolsa de mis facturas y se pasó una semana haciendo lo que sea hasta que llegó a su conclusión. Me llamó por teléfono y me anunció:
- Su declaración no estaba correcta.
- ¿?
- Con las deducciones nosecual y los ingresos nosequé y considerando lo que ya le expliqué... le sale a devolver solamente unos 800 €.
(No se oyeron mis gritos de júbilo a través de la línea).
- Estupendo, estupendo, iré a firmar mi conformidad en esta misma semana.
Fui, firmé, cobré mis 800 € y me marché tan contenta. Ni cuenta me di de que el funcionario se había quedado con mi bolsa de facturas desordenadas. Allí seguirán, de recuerdo.
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Mi madre duerme, yo ya he dormido. La tarde está como de brisa tibia y no sé si acabaré como pez en el agua otra vez, santificaré la fiesta (hoy cantantan de Bach en una parroquia cercana) o simplemente, cultivaré el inmenso placer de no hacer nada.
Pronto la costa portuguesa me volverá a ver y eso me anima.

miércoles, 15 de junio de 2011

Luna lunera


Paso la semana entre médicos, enfermeras y trámites burocráticos. Los portugueses son los reyes de la burocracia (los españoles a su lado, meros aprendices). En fin, un lujazo. A menudo me pregunto qué hacen los que no están "de baja" o jubilados" porque uno podría pasarse la vida sin otra ocupación que la de ir de ventanilla en ventanilla.
Esta noche: eclipse, no me lo quiero perder.
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Me traicionó la máquina de fotos (o yo a ella) y no pude sacar ese momento mágico.
Se vió, sí, se vió desde mi ventana. Al principio, mientras trataba de fotografiarla, muy difusa entre las nubes pero... ¡oh, sorpresa! Cuando ya me iba a ensobrar se me apareció enorme, frente a mi cara, descarada, hermosota, tapada con rubor -se podía apreciar perfectamente- y pude contemplarla por espacio de unos segundos.
Todo esto puede parecer topicazo, cursilería y-o lugar común, pero yo lo disfruté y ese pequeño o gran placer es lo que hace que la vida merezca ser vivida.
Como no pude sacar foto propia, pongo la que salió en el casi único periódico que leo, porque es gratis. Digo, escribo, que "es gratis", me refiero a ese periódico. La luna es también gratis, lo cual le da la razón una vez más a mi amigo Miguel que sostenía que "lo mejor de la vida es gratis". Sabio amigo mío, Miguel.

domingo, 12 de junio de 2011

Como pez en el agua


ILUSTRACIÓN:
"Pez añil" de Almudena Dronda.

Me he estrenado en "mi" piscina. Tenía unas ganas locas, locas, locas. Me encanta nadar, creo que es el único deporte que me gusta, pero no en plan competitivo sino por puro placer. Nunca he sido competitiva, no me interesan las competiciones. Sin embargo ese frescor del agua que te penetra hasta los sesos, que te permite deslizarte como si no estuviera como una foca, como si fuera una foca, bueno, dejémoslo mejor en que soy un delfín.

Hoy por la tarde, pasé del IRPF-2010, de la madre que me parió y de todo y me sumergí en el azul cielo del agua fresquita. Una niña regordeta y simpática nadaba por allí, también mi vecina china con una amiga, un niño francés que me decía algo y tiritaba de frío. Y yo sonriente, a lo mío. Como pez en el agua.

Porque nadar tiene algo de sensual, pese al frescor; o tal vez por eso. Tiene el erotismo del roce suave, del gozo de los sentidos, del fluir, de sentir la libertad, de dominar el cuerpo y, al mismo tiempo, ser dominado.

sábado, 11 de junio de 2011

Tiempo

ILUSTRACIÓN:
"El Arco Iris" de Almudena Dronda.
Portada de mi-nuestro primer Q-ento.
Soy casi feliz.

Se especula tanto sobre el tiempo.
No tengo tiempo.
Es que... me falta tiempo!
Yo no tengo tiempo de ir a Tai-Chi (que me encanta) pero procuro hacer una visita a mi mamá, cada día más consumidita, al menos cinco veces a la semana.
No tengo ya tiempo de escribir en mi blog, pero aquí estoy, estos cinco minutejos que he pillado.
No tengo teléfono fijo ni ADSL, ni lo echo de menos, ni lo deseo, ni lo voy a poner, al menos en breve.
Ahora duermo como una bendita, ocho o nueve horas seguidas, síntoma de que voy mucho mejor. Antes "no tenía tiempo" de dormir.
El tiempo es una cuestión de prioridades. Nada más.

domingo, 5 de junio de 2011

Otra vez Hacienda y el color blanco

Otro domingo regalado a Hacienda y a mi madre, la primera causa con verdadero tedio, la segunda con "honra" (aj no me gusta esta palabra), con amor de hija.
Hoy voy vestida de blanco, con unos pantalones que compré hace la pila de años por ocho euros en Sevilla y una camiseta de una gasolinera de allá por mis idas y venidas a Toro. Es comodísimo este atuendo, parezco un-a enfermeri, lo cual ni me disgusta ni me gusta. Lo aprendí bien en los hospitales: el rango lo diferencian por el color: los médicos, de verde; los enfermeros depende y los auxiliares y celadores, de blanco.
A mi me gusta lo blancoo
viva lo blancoo, muera lo negroo,
que lo negro es cosa tristee
yo soy alegree, yo no lo quieroo

Me ha venido a la cabeza esta canción.
Pues sí, me gusta el blanco. Es el color de todos los colores, el que los contiene y los refleja, el símbolo de la pureza, el de las almas blancas de Shakespeare y la mejor novela de Javier Marías. Es la luz total. Es la paz y la neutralidad. Me gusta.
Felicito a quienes tuvieran la ocurrencia de denominar "los blancos" a las personas que el 15-M decidieron dar un grito en "mi" ciudad (yo no tengo patria ni ciudad, pero aquí nací, aquí vivo y difícil será que me saquen ya).
El blanco es también (tal vez por ello lo eligieron) el tercer color de la bandera francesa, cuyos otros dos rojo y azul dieron origen a "los rojos" y "los azules" como denominación política que, desde mi punto de vista, ha quedado algo obsoleta.
"Los blancos" sin embargo me suena bien.


La Bandera Francesa y los símbolos de la Revolución
Escarapela tricolor.Los tres colores azul, blanco y rojo eran ya frecuentes en diversos pabellones, uniformes y banderas de Francia antes del siglo XVIII. El azul y el rojo eran los colores de la villa de París desde el siglo XIV,[2] y el blanco era en aquella época el color del reino de Francia, y por extensión de la monarquía borbónica.

Cuando Luis XVI visitó a la recién creada Guardia Nacional en el Ayuntamiento de París el 17 de julio de 1790, aparece por primera vez la escarapela tricolor, ofrecida al Rey por el comandante de la Guardia, el marqués de La Fayette. Unía la escarapela de la Guardia Nacional que llevaba los colores de la capital, con el color blanco del reino. No fue sin embargo hasta el 20 de marzo de 1790 que la Asamblea Nacional mencionó en un decreto los tres colores como "colores de la nación: azul, rojo y blanco".[3] Pero la escarapela no era aún un símbolo nacional, y el primer emblema nacional como tal fue la bandera diseñada para la popa de los buques de guerra, adoptada por decreto de la Asamblea Nacional el 24 de octubre de 1790. Constaba de una pequeña bandera roja, blanca y azul en la esquina superior izquierda de una bandera blanca. Esta bandera fue modificada posteriormente por la Convención republicana el 15 de febrero de 1794, a petición de los marineros de la marina nacional que exigieron que se redujera la predominancia del blanco que simbolizaba todavía la monarquía.[4] La bandera adoptó entonces su diseño definitivo, y se cambió el orden de los colores para colocar el azul cerca del mástil y el rojo al viento por motivos cromáticos, según los consejos del pintor Louis David.

Otro símbolo de la Revolución francesa es el gorro frigio (también llamado gorro de la libertad), llevado en particular por los Sans-culottes. Aparece también en los Escudos Nacionales de Francia, Haití, Cuba, El Salvador, Nicaragua, Colombia, Bolivia, Paraguay y Argentina.

El himno La Marsellesa, letra y música de Claude-Joseph Rouget de Lisle, capitán de ingenieros de la guarnición de Estrasburgo, se popularizó a tal punto que el 14 de julio de 1795 fue declarado Himno Nacional de Francia; originalmente se llamaba Chant de guerre pour l'armée du Rhin (Canto de guerra para el ejército del Rin), pero los voluntarios del general François Mireur que salieron de Marsella entraron a París el 30 de julio de 1792 cantando dicho himno como canción de marcha. Los parisinos los acogieron con gran entusiasmo y bautizaron el cántico como La Marsellesa.

El lema Liberté, égalité, fraternité (libertad, igualdad y fraternidad), que procede del lema no oficial de la Revolución de 1789 "liberté, égalité ou la mort" (libertad, igualdad o la muerte), fue adoptado oficialmente después de la Revolución de 1848 por la Segunda República Francesa.


Bandera de Francia.


De http://es.wikipedia.org/wiki/Revoluci%C3%B3n_francesa

Por cierto, en 1879 no había internet ni redes sociales.

CELTIC LEGEND

Ayer vi un espectáculo que me emocionó por varias razones. Se trata de una representación de música y danza celta, irlandesa en concreto, que ya había visto hace muchos años. La única referencia que he encontrado por el momento en la red es esta:

http://www.fineartsla.com/tag/celtic-legend

Fue mi primera "salida" en serio. Más de un año sin asistir a algo de este tipo; aguanté el idem, y muy bien. Primera causa de la emoción, grande.
Era en el antiguo teatro Calderón (hoy de nombre de una marca de helados) que se conserva intacto, en apariencia, en su interior. Segundo yuyu emotivo: ahí estaba yo con siete, ocho, nueve añitos bailando y mi familia, de espectadora. Entonces el teatro me parecía mucho más grande, percepción habitual: cuando somos niños todo nos parece más grande, es cuestión de escala. Me recuerdo en las entretelas, detrás del escenario y me recuerdo también en el escenario, con mi tutú rojo, con mi disfraz de fraile... vagos, lindos recuerdos.
Cinco músicos en directo, lo cual se agradece mucho, cinco excelentes jóvenes bailarines y siete bailarinas. Entre ellos crean un mágico y bellísimo cuadro en movimiento que es lo que es la Danza, siempre lo he sostenido: el ballet es una pintura, o una escultura, moviéndose, en vivo y con música. Nada menos.
Para concentrarse el ello, es imprescindible que el escenario sea tan solo un fondo y los trajes muy adecuados. La sencillez, que no simplicidad, es la clave de la elegancia.
Estos jóvenes y no tanto nos dejaron boqui-abiertos: por su torsos rígidos y sus piernas y brazos como culebras, por la naturalidad (aquí no es necesario el perfeccionismo del ballet clásico) con que exhiben su menudencia o su robustez, ni un gramo de grasa en ninguno, ellas siempre sonrientes, ellos más menudos, todos marcando sus pasos con un zapato-tilla que tiene punta y tacón, unas zapatilas rarísimas pero perfectas para bailar ese hermoso baile.
Ese hermoso baile recuerda algo al flamenco, aunque es más dulce, y también al ballet francés pero no es tan tan tan... tan fransé, oh lalá!
Maravilloso.
Me gustan los irlandeses, tengo ese prejuicio (y otros). Me recordó también, como no, a Irlanda y mi viaje a Dublín, a Joyce, a la fábrica-museo de cerveza, y también, por qué no decirlo, a mi hijo, que bien podría pasar por irlandés.