sábado, 31 de diciembre de 2011

Adiós al año de las muertes

Por fin se va el año 2011.
Murió mi madre en octubre.
Mi tío R. murió en agosto, mi tía C. en noviembre y mi primo JR hace tan solo unos días. Mi primo P. ha perdido a toda su familia en tan solo seis meses.
Ha sido un año fatídico que por fin se va.
No sé si seguiré con mis blogs. Solo sé que yo también un día pasaré al otro lado.
Se me ocurre esta forma de acabar que es un pequeño homenaje a mi primo JR que se nos fue en dos meses a causa del tabaco.


Testamento

Quédate con mis versos, comunista,
Admítelos a modo de legado.
Son malos, ya lo sé, pero mi hado
No me otorgó el talento del artista.

Se conformó con darme habilidades
Que con tesón y esfuerzo -¡qué ironía!-
Las fui perfeccionando día a día
Hasta lograr al fin… mediocridades

Quédate con mis versos, comunista,
De pequeño-burgueses acobardados
Admítelos a modo de legado
Pues la Muerte no me pierde la pista.
[…]

Fragmento del poema de José Ramón Catalán
Musicado, editado y producido por José María Alfaya


http://www.larepublicacultural.es/article5162.html

jueves, 8 de diciembre de 2011

El mundo en el que ya no hay rostros

Cuando su padre se estaba muriendo, ella estaba sentada al borde de su cama. Antes de entrar en la última fase de la agonía, le dijo: "Ya no me mires" y esas fueron las últimas palabras que oyó de su boca, su último mensaje.
Le obedeció, inclinó la cabeza hacia el suelo, cerró los ojos, pero le cogió de la mano y no se la soltó; dejó que lentamente y sin ser visto, se fuese al mundo en el que ya no hay rostros.


De "La inmortalidad" por Milan Kundera.
Párrafo final del capítulo 12 de Quinta Parte (La casualidad).

jueves, 27 de octubre de 2011

¿Qué es morir?

Su tacto era gélido. Esa sensación duró muchos minutos después: la frialdad de su frente y sus cabellos como hilillos de hielo. Después cerraron la caja, la metieron en el coche rodeada de flores, flores rojas y blancas. Y nos fuimos todos al cementerio, yo sintiendo aún el hielo del beso sobre su frente. No recuerdo si a mi padre llegué a besarlo, creo que no. A mamá antes del beso le acaricié su muerta frente, después dejé mi libro sobre la sábana blanca, Nacho una rosa roja, mi hijo le besó la frente y entonces yo también. Luego cerraron la caja y adiós para siempre.
Algo se muere en el alma
cuando un amigo se va.

Eso decía una canción flamenca.
Cada persona querida que se muere nos deja un trocito de corazón arrancado. Eso no se recupera nunca, simplemente se aprende a convivir con ello. El tiempo va borrando los momentos amargos y se encarga de dejar en nuestra memoria el sabor más dulce de los buenos momentos compartidos (¡son tantos con una madre!), de las enseñanzas que nos transmitió (¡son tantas las de una madre!).
Ahora hemos de aprender a vivir sin ella. Y lo haremos. Olvidaremos la tristeza de verla envejecer, su galopante demencia de los últimos meses, la angustia de sentirla sufrir entubada. No, no lo olvidaremos, simplemente aprenderemos a convivir con ello.
Y como cada vez que la muerte aparece, la duda con ella, la incomprensión… ese sentir para qué. Nacemos para morir, solos ante esa incertidumbre de no saber por y para qué, saber solamente que lo único seguro es que todos acabaremos así y que ante esta humana y nada excepcional reflexión, todos estamos igual de solos.

What is dying?

I am standing on the seashore.
A ship at my side spreads her white sails to the morning breeze
and starts for the blue ocean.
She is an object of beauty and strength and I stand and watch her
until at length she hangs like a speck of white cloud
just where the sea and sky come down to mingle
with each other.
Then someone at my side says: 'There! She's gone.'
Gone where? Gone from my sight that is all.
She is just as large in mast and hull and spar as she
was when she left my side,
and just as able to bear her load of living
freight to the place of destination.
Her diminished size is in me, not in her;
and just at the moment when someone at my side says:
'There! She's gone,'
there are others watching her coming,
and voices ready to take up the glad shout
'There she comes!'
And that is dying.

Charles Henry Brent.

Mi traducción-interpretación del poema:

¿QUÉ ES MORIR?

ESTOY DE PIE A LA ORILLA DEL MAR.
A MI LADO, UN VELERO DESPLIEGA SU BLANCA VELA HACIA LA BRISA MATINAL
Y COMIENZA A NAVEGAR POR EL OCÉANO AZUL.
ES OBJETO BELLO Y FUERTE, PERMANEZCO, LO CONTEMPLO
HASTA QUE A LO LEJOS SE ASEMEJA A UNA NUBECILLA
JUSTO DONDE EL MAR Y EL CIELO SE FUNDEN
UNO CON OTRO.

ENTONCES, ALGUIEN A MI LADO ME DICE: “SE HA IDO”
“¿IDO? ¿DÓNDE? SE HA IDO DE MI VISTA, ESO ES TODO”
TAN GRANDE ES SU MÁSTIL, SU CASCO, SU PALO
COMO LO ERA CUANDO SE FUE DE MI LADO,
Y TAN CAPAZ DE LLEVAR LA CARGA DE VIVIR
HASTA SU LUGAR DE DESTINO:
LA MERMA DE SU TAMAÑO ESTÁ DENTRO DE MÍ, NO EN ÉL.
Y ES EN ESE MOMENTO CUANDO ALGUIEN A MI LADO DICE:
“SE HA IDO”

HAY OTROS OBSERVANDO SU LLEGADA
Y VOCES LISTAS PARA ACOGER SU FELIZ CANTO
“¡YA LLEGA!”

Y ESTO ES MORIR.

jueves, 29 de septiembre de 2011

Cien es un número redondo

Esta es la entrada número cien de este diario.
Creo que es la ocasión perfecta para volatilizarse, para escaparme como un gas, volar por la atmósfera, libre de bytes, cotillas, jáquers y de mímisma.
Dice FR que la cuarta humillación viene de la mano de los avances neurológicos y JG (mi hermano) que lo que dice FR carece de rigor. Yo siempre he pensado que la libertad no existe y ahora estoy dando vueltas a eso de que en realidad no existimos sino que tan solo PERCIBIMOS que existimos. Ante cosas tan profundas mis neuronas se resienten y me dan tentaciones muy grandes de tirar la toalla.
Tirar la toalla para tumbarme encima suyo, escuchando el runrun del mar al fondo y después tomar unas cañitas con tapa, emborracharme de pura tentación loca y renunciar a este mundo que además de no existir, es bastante molesto a veces. Claro, que unas carcajadas nos hacen olvidar todo esto, a ver si las fabrico.

sábado, 24 de septiembre de 2011

LA INMORTALIDAD

Milan Kundera nació en Brno (República Checa) en 1929. Escribió en su lengua materna sus primeras obras, como “La insoportable levedad del ser”, su obra más popular por haber sido llevada al cine. De esta novela, cuya trama es en realidad una excusa para reflexionar sobre la existencia humana, el amor, el sexo, la política, la soledad… ya desgrané fragmentos en mi anterior blog. Me impactó, tanto que me atreví con “La inmortalidad”, obra escrita ya en francés en su versión original, aunque yo la he leído en español. No me atrevo a tanto: quiero decir que me encantaría haber sido capaz de leerla en V.O. pero no domino tanto esa lengua.
La primera cuestión con la que me identifiqué en seguida con Kundera fue esto precisamente: su evidente interés por los lenguajes, la dificultad de comprender su significado al traducir, la importancia de la musicalidad de un texto. Ya en el principio de esta obra, a la que he calificado cariñosamente de “ladrillo” por su forma y su peso, el autor nos re-descubre a Goethe; no solo a través de él mismo sino principalmente dando protagonismo a la joven Bettina Brentano, poeta (nunca lograré saber qué me suena mejor si “poeta” o poetisa”, creo que ambas son correctas), discípula, amiga y quién sabe si también amante de Goethe. Escenario perfecto para urdir una trama de cotilleo al uso con etiqueta de “biografía”, pero Milan hace de ello una magistral (aj qué poco me gusta esta palabra, buscaré otra), una excelente metáfora, reflexión sobre los seres humanos que pasan a la Historia, con mayúsculas, frente a los que mueren anónimos. De nuevo el azar como poderoso director de nuestros destinos.
No comienza en Goethe la trama de “la inmortalidad”, sino en una aparente normal familia que vive en París. Su normalidad reside precisamente en las pequeñas historias grises, oscuras, y multicolores que existen en esas vidas, como en todas. Este comienzo, que no tiene una continuidad, sirve de punto de arranque y remate. Es una novela circular: acaba donde comienza: en un escenario lleno de espejos. A saber cuánta simbología hay en los espejos sobre reflexión, del reflejarse uno mismo y los demás, de reflexionar… O tal vez Milan no pretendió nada, ni siquiera reflexionar él mismo. Puede que todo sea un juego sin pretensiones, ¿por qué ha de haberlas?
Una novela compleja, sin duda, cuyo mayor mérito es el “haberlo intentado” más que el “haber llegado a”. Cada día admiro más las lecturas que proponen, invitan, incitan al lector; en definitiva le hacen trabajar; lo admiro muy por encima de las que solo pretenden entretener. Creo que es mucho más fácil escribir una historia para que el que la lea se entretenga, que escribir planteando las propias dudas; hay que ser mucho más valiente, al menos. No tengo nada en contra de quienes buscan en la lectura una fuente de evasión, bastante árida es la vida como para no comprenderlo. Yo también lo hago a veces, es más, procuro compaginar distintos libros, dependiendo del estado anímico (anímico viene de ánima, ánimo, alma). Soy por ejemplo incapaz de tragarme un ensayo, salvo aquellos divulgativos de prosa sencilla, y ya me van pareciendo reiterativos. Ahora aprecio mucho más, cada vez más, las historias que no se limitan a contar una historieta sino que son la vía que nos hace caminar pensando, sintiendo, creciendo como personas, comprendiendo mejor el mundo que nos rodea y seguramente, aprendiendo así a ser mejores.

martes, 20 de septiembre de 2011

La puta calle

Me debo estar haciendo mayor. Cada vez me gusta menos y me fío menos de estos cacharros. La semana pasada, me consta que me hicieron varios comentarios que no llegaron. Gracias a todis los que estuvisteis por aquí aunque ya sabeis (?) que escribo only for me.
Otro virus, una vez más, se dedicó a enviar e-mails por su cuenta.
Me parece que voy a volver al lápiz y papel o incluso a las tablillas cerámicas asirias, pero eso será cuando solucione otros temas que tengo pendientes.
No pasa un solo día en que no sepa de alguien más cuya vida laboral peligra, la "puta calle" se va a llenar de "indignados" mientras mi estrecho sendero se vacía de alegrías.
SOLO ME QUEDAS TÚ... (a saber la de chorradas que interpretarán unos y otras con esta frase lapiz-daria que no quiere decir nada).

domingo, 18 de septiembre de 2011

54 hormonas

Ayer, sábado 17 de septiembre de 2011, sobre las cinco y media de la tarde, hizo cincuenta y cuatro años que asomé mi cabecita a este mundo. No sé qué vi que decidí quedarme, seguramente no me dieron otra opción. Si hago balance de lo que ha sido mi vida hasta ahora, puedo afirmar con bastante seguridad:
- Habré metido la pata muchísimas veces, pero nunca la mano (tomo prestada la frase de Felipe González –ignoro si se la inventó él-) y, en este sentido, no me arrepiento de nada; tengo la conciencia muy tranquila.
- Mi historia es de todo menos aburrida, quizá demasiados barullos y cambios, pero todos me han aportado cosas positivas. Me horrorizaría haberme casado, tenido hijos, vivir siempre en la misma casa y nada más; todo eso es mucho pero no ha sido mi papel, y me gusta que haya sido así.
- He pasado por dificultades –no me refiero a las económicas- muy serias, pero siempre le he echado ovarios. Me ayudaron mucho siempre los apoyos de mi familia y mis amigos. Ahora que empiezo a tenerlas (las económicas), le echaré los mismos ovarios.
- Es muy improbable que muera de hambre, aunque nunca se sabe. Y solo por eso, soy afortunada.
- Escribir me redime de todo y esa es mi mayor fortuna. Si además, sirve a otros, estupendo.
La menopausia se toma su tiempo y aún no puedo decir que lo sea del todo, aunque lleva años dando coletazos y me tiene ya hasta las tetas. Me recuerda algo que escribí hace tiempo, “Cuestión de hormonas”, referido a la adolescencia. Pues esto es parecido, pero sin el encanto de la juventud, aunque la sabiduría que da la madurez ayuda a comprender y eso no es poco, no. Tengo las hormonas tiroideas bajo mínimos y me paso el santo día dormida o llorando, me miro al espejo y me doy asco (me parezco un tentetieso); no me aguanto a mí misma. Estoy perdiendo toda la auto-estima que gané en mi proceso de recuperación y esto no puede ser.
Reflexionando sobre ello, recordé que modificando nuestro comportamiento, llegamos a fabricar serotonina (compuesto básico de los modernos anti-depresivos). Cuando lo leí, flipé bastante. Haciendo ejercicio físico o abstrayéndose en algo que nos gusta, producimos endorfinas, hormonas que nos dan sensación de bienestar. Entonces, se me ocurre: ¿puede nuestro “will-power” fabricar las hormonas esas que me faltan…? Lo comenté con Yola (mi psicoterapeuta) y me respondió que no está investigado.
Después, escucho en un programa de la 2 (ya no creo en la casualidad, esto fue ayer mismo) algo sobre la plasticidad del cerebro y abro el circuito neuronal que me lleva hasta la asignatura “Cálculo de Estructuras” (casi olvidado, y con gusto).
- Plasticidad es la característica por la cual un material no recupera su forma una vez cesado el estímulo (= “carga”).
Entonces, tiro de aquí y de allá y DECIDO ser mi propio conejillo de indias y ponerme a fabricar las hormonas esas de los cojones (quiero decir, de los ovarios) ayudada, claro está, de la química (dopada hasta los topes debo estar). No sé cuáles serán los resultados.

Hace un par de días acabé por fin “La inmortalidad” de mi admirado Kundera y aquí reposa a mi lado, esperando su reseña, pero es que tengo ganas de cambiar de rollo de una vez, que llevo una racha demasiado seria.