lunes, 28 de febrero de 2011

Cuando un amigo se va

Algo se muere en el alma
cuando una amigo se va.
No te vayas todavía
no te vayas por favor
no te vayas todavía
que hasta la guitarra mía
llora cuando dice adiós.


Los amigos van, vienen, a veces se van para siempre. Cuando se van del todo, es decir cuando se mueren, ya no hay vuelta atrás, pero siempre nos quedará su poso. Cuando se van porque las circunstancias y las complicaciones de la vida nos alejan, solemos volver y es hermoso ver que todo sigue como lo dejaste.
Lo que me tiene algo triste hoy es que observo que a medida de nos vamos haciendo mayores, nos vamos volviendo torpes: perdemos memoria, somos cada vez más egoistas, nos enteramos menos de nada, crece nuestro despiste, nos confundimos más y en fin, a lo ya de por sí complicado de una relación, cualquier relación, se añaden las chocheces con lo que a veces es como hacer juegos malabares y nuestros cuerpos ya no están para esos equilibrios dinámicos.
Las conversaciones se convierten a menudo en diálogos a lo Hermanos Marx pero sin gracia. Nunca me hicieron demasiada gracia estos hermanos, quizá ahora los valoro más porque me parece que ironizan a los entraditos en años.
Cuando una conversación se parece a esto:
- ¿Hoy? ... ¡Dijimos ayer!
- Pero cómo va a ser ayer si era domingo, y ya sabes que los domingos nos traemos a mi padre a comer.
- ¿Tu padre? ¿Qué tiene que ver tu padre en esto?
- Pero quién ha dicho que tenga que ver mi padre.
- No, si mi madre está bien, ya te lo dije.
- ¿Pero no íbamos a hablar de trabajo?
Tirorí tirorí..
- Espera que me llaman.
- ...
- No, estoy con Adu.
- ...
- Parece ser que hubo un problema con su madre o su padre.
- ...
- No, no tengo trabajo
- ...
- Ah pues no sé, a ver...
(Mira su agenda electrónica. Se corta la conversación timofónica).
- Oye que yo ya me tengo que ir, se me ha hecho tarde.
- ¿Me vas a dejar con la comida preparada?
- ¡Pero si casi se ha hecho la hora de cenar! Además, mira cielo, es que no me gusta que hables con otra persona mientras estoy contigo.
- Si apenas he hablado... Ay que se me cortó y era mi padre.
- Me voy que mi madre está sola.
- Bueno, ya nos veremos.
Y sabes que la próxima vez será otra vez su padre o mi madre, los hijos, los nietos o el trabajo. No entiendes nada y hay una comida que se ha quedado rancia mientras los cincuentones discutíamos. Ah, que esto no es discutir.
Lo peor es que esto no se arregla con el tiempo, no, es que cada vez irá a peor.
Triste, c´est la vie!

No hay comentarios: