jueves, 10 de febrero de 2011

La Casera

No es solo la marca de una gaseosa sin la cual nos vamos, o nos íbamos, o nos fuimos ya hace tiempo.
La Casera, mi casera, es una tontalababa, que la sirve de poco o nada ser licenciada en Derecho. Para empezar comete faltas de ortografía siendo “de letras”. Por ejemplo:

- Año 1.997 (¿la tengo que enseñar yo a estas alturas, Señora Letrada, que los años se escriben sin punto?)

Otras lindezas:

- Se le olvida poner fecha al contrato, con lo cual pondré el que yo considere correcto y justo.
- Hace enmiendas y tachaduras manuscritas al contrato, lo que pone en duda su legitimidad.

Para seguir no tiene ni pajolera idea, pues el contrato redactado por ella misma hace referencia a una ley ya derogada (tiene cojones).
Pero lo peor es que la viene grande, grande, grandíiiiiiiiiiisimo el tema y está hasta las tetas (yo la comprendo en esto) de llevar a sus padres (auténticos caseros) los asuntos de sus pisos.

La señora lleva unos pompones en las manoletinas (zapatitos de niña pija) y un BMW descapotable, todo ello en pleno invierno madrileño. Ya solo esto la convierte en bastante aborrecible, pero lo peor es que la perjudicada soy yo, que acabo teniendo complejo de ser un chollo de inquilina y un chollo de casera.

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