domingo, 13 de febrero de 2011

OMIC, OCU y otras siglas

Hace muchos, muchos años, veíamos en familia una serie yanqui: "Hombre rico, hombre pobre". La hija del rico matrimonio protagonista (famoso Jota Erre y Señora) se enrollaba con el chófer, lo cual escandalizaba a mi madre. Todo esto me viene a la memoria a través del circuito neuronal que relaciona las cosas porque recuerdo con nitidez la escena. Ella (niña pija, interesada, frívola) y él (conductor familiar de super-mega-coche gente bien) dentro del coche:

- Ahora trabajo en la OMIC - ella, con cara de querer merendárselo.
- ¿Y eso qué es? -él, con cara de escéptico y ahora-que-hago-yo-si-me-dejo-me- juego-el-puesto-si-la-digo-que-no-está-tan-buena-y-me-lo-juego-igual-porque-se enfadará-y-mentirá-a-sus-padres...
- Derechos del consumidor y todo eso - aclara ella.

Adu se quedó con cara de cáspita esto que será, porque entonces, aquí, no existían estas cosas.
Ahora sin embargo han ido creando y creciendo poco a poco tanto asociaciones privadas, como oficinas públicas que protegen a consumidores, clientes y usuarios.
Esto fue más o menos así hasta que hizo su aparición la atención telefónica y on line. Las líneas 901 y 902 se colapsan y son atendidas por becarios (frecuentemente contratados en paises extranjeros, donde hablan y entienden nuestro español con dificultad). Las reclamaciones y consultas on-line sufren de parecidos males.
Así, hemos retrocedido y nos encontramos en un país-mundo cada vez más inepto donde el ciudadano es un mero número sufridor que se podría pasar la vida solo haciendo reclamaciones, rellenando impresos, haciendo colas y en fin, ensayando la respiración yóguica para no perecer en el intento.
No sé si tenemos solución.

1 comentario:

mojadopapel dijo...

Habrá solución el día en que todos solicitemos personas que den la cara ante una reclamación y no conversaciones "on line"....lo espero.