viernes, 12 de agosto de 2011

Pon el botijo a la serena

He rematado mi descanso de ordenador con un botijo.
El botijo es el mejor invento español, conocido también en otros rincones hispano-parlantes con otro nombre (lo tengo que mirar). Su origen me suena árabe o así.
En segundo curso de carrera, un profe de “Estética” llevó a clase un botijo.
Vestido de negro el maestrillo,
en su mano el botijillo,
nos contó cómo esa forma, tan reconocible, y el material cerámico –barro-, hacen de este artefacto un depósito estupendo para mantener fresca el agua. Nada es casual.
Esta mañana compré uno en la Feria de Alfarería que hay estos días en la Salamanca tórrida que se acaba de refrescar con una tormenta (¿serán las tormentas el botijo del cielo?).
Después, al contárselo a mi amiga Pilar, me ha encargado uno. Mañana se lo compraré y regalaré por haberme regalado ella tantas cosas como su compañía y sobre todo, una palabra, “SERENA”, que debe ser “nocturna”.
- Lo llenas de agua y lo pones a la serena – me ha dicho.

Siempre me ha encantado la sabiduría popular.

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